En el Hospital de la Universidad de Trondheim, en Noruega, se está utilizando esta técnica en pacientes con un alto grado de obesidad. El Botox se inserta a través de un endoscopio -un tubo largo con una cámara en el extremo- que va desde la boca del paciente a su aparato digestivo, y se inyecta en las paredes del estómago.
Los investigadores dicen que el Botox reduce la velocidad del paso de los alimentos por el estómago hasta en un 50% y que brinda sensación de estar satisfecho con menos cantidad de comida. Y agregaron que los ensayos en laboratorio han sugerido que podría reducir el peso hasta en un tercio, en sólo 5 semanas.
Un paso que podría ser vital en la lucha mundial contra la obesidad. Los autores del estudio afirman que el Botox tiene menos efectos secundarios, es mínimamente invasivo y es más barato que otras cirugías como el bypass gástrico.
En una investigación anterior de la Universidad Católica de Roma, en Italia, se inyectó Botox o un placebo en los estómagos de las ratas y se halló que las que recibieron la toxina botulímica perdieron un 8,2% más de peso y comieron la mitad que las ratas tratadas con placebo.
Sin embargo, un estudio sobre el efecto en las personas realizado por la Asociación Americana de Gastroenterología, encontró que a pesar de que el Botox desaceleró la sensación de vacío en el estómago, no dio lugar a la pérdida de peso significativa. Sobre eso, los investigadores de Noruega dicen que las investigaciones anteriores han sido muy pequeñas y estaban mal diseñadas.
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